La fuerza que nos conecta y nos comunica ya sea con otras personas, la naturaleza o el cosmos, es el mismo impulso que nos lleva también a desear y concretar la concepción y el nacimiento de un hijo. Estamos hablando del Amor.
Tal vez, entre todas las posibles manifestaciones del amor, la que corre más riegos de pasar inadvertida es la del amor de los padres por el hijo que aún se encuentra en el seno materno. Sin embargo, en este período deben sentarse las bases de una adecuada interacción, de modo que el vínculo resulte verdaderamente potenciador para ambas partes.
La comunicación pre-natal es muy intensa. Se lleva a cabo fundamentalmente a través de las transmisiones psíquicas (emocionales y mentales) e intuitivas. Si bien es cierto que el bebé en el útero de la mamá se encuentra mucho mas estrechamente ligado a todo lo que a ella le sucede durante el embarazo y el parto, la presencia del padre es también condicionante (favorecedora o limitante del desarrollo emocional y espiritual) y complementaria en la construcción de esas bases de crecimiento mutuo.
Siguiendo una Ley Universal e Inmutable que dice que “El Universo es mental”, ubicamos nuestro poder creador en nuestros pensamientos. La práctica de la meditación y de las visualizaciones contribuye a tomar conciencia de ese poder creador en nuestra mente, a delimitar el tipo de pensamientos acordes a los resultados que deseamos manifestar y acelerar su manifestación en cada caso.
Es común que durante el embarazo se despierten miedos inconscientes (ej. enfermedades o malformaciones del bebé, temor a morir en el parto, a no ser buenos padres, a no tener suficientes recursos para abastecer al niño, etc.), automatismos mentales negativos y prejuicios culturales que es necesario desprogramar para que esta información y este tipo de vibraciones
energéticas no contaminen el vínculo con el bebé y afecten el desarrollo ulterior de su personalidad.
También es enriquecedor permitirse este espacio de trabajo interno para nutrir y fortalecer la vinculación de la pareja. La presencia de ambos, en esta práctica, abre un canal de comunicación directa con la energía de ese hijo que, si bien no ha nacido aún, ya existe y puede percibir y emitir información, asumiendo un protagonismo activo en la construcción del lazo afectivo con sus padres.
El Amor es la fuerza que nos mueve hacia nuestros propios milagros. Sosteniendo voluntariamente los pensamientos e imágenes positivas, creamos un campo de energía protectora, contenedora, beneficiosa y propiciadora de todo lo bueno a nuestro alrededor y alrededor de nuestros hijos y demás seres queridos.
“Ve lo positivo en cada cosa y te encontrarás rodeado de lo mejor,
porque lo atraerás todo hacia ti, como hace el imán con el acero.”
Eileen Cady
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